Marketing en la era de la IA: entre la hiper personalización y la búsqueda de lo humano

En un mundo donde la inteligencia artificial redefine el marketing a velocidad vertiginosa, las marcas enfrentan un dilema crucial: aprovechar el poder de la hiperpersonalización sin perder la conexión humana que sus audiencias valoran más que nunca.

Por: Miguel Castro Delgado, CEO de Communicare Latam

El futuro del marketing ya no se mide en años, sino en actualizaciones. Para 2026, “la experiencia de buscar en internet se parecerá más a conversar con un asistente digital que a escribir palabras clave”. Imagine un “Search GPT” capaz no solo de ofrecer enlaces, sino también de entregar respuestas elaboradas e incluso estrategias personalizadas. En este nuevo escenario, el SEO tradicional quedará relegado: “el verdadero valor estará en la calidad y profundidad del contenido”, en si la inteligencia artificial lo considera lo suficientemente útil y relevante como para integrarlo en sus respuestas.

Este cambio redefine por completo el trabajo del profesional de marketing. La IA asumirá gran parte de la labor operativa —desde segmentar audiencias con precisión quirúrgica hasta convertir un simple artículo en una campaña multicanal que incluya videos, pódcast y experiencias inmersivas—, mientras que el factor humano se enfocará en la visión estratégica, la narrativa y la creatividad. Sin embargo, en este nuevo equilibrio emerge un desafío ineludible: la autenticidad.

Para 2026, “será casi imposible distinguir entre un video creado por IA y uno producido por un humano”. Y, paradójicamente, en ese contexto los consumidores buscarán “más imperfección, más huellas de lo genuino”. La tensión es evidente: la eficiencia tecnológica frente a la necesidad de conexión humana real.

En América Latina, esta tensión se amplifica con la Generación Z, que lidera el consumo digital pero vive bajo una doble disrupción: la irrupción acelerada de la IA y la inestabilidad económica y social. Esto ha transformado su idea de éxito: “el camino tradicional de estudios, empleo estable y progreso ya no resulta tan atractivo ni, para muchos, tan viable”. El resultado es una “estrategia barbell”: jóvenes que priorizan la seguridad de empleos formales conviven con otros que apuestan todo a la economía digital y de creadores. En ambos extremos, la desconfianza hacia las instituciones es un denominador común.

El comportamiento digital de los jóvenes peruanos ilustra bien esta transformación. Un estudio de Kantar revela que “el 80,7% de quienes tienen entre 18 y 24 años en Lima consume contenido en YouTube”, mientras que en las regiones la cifra alcanza el 70%. TikTok, por su parte, “ha consolidado su crecimiento en el grupo de 25 a 30 años”, con un aumento del 63,5% en la capital y del 62,3% en otras ciudades. Estos datos confirman no solo la adopción masiva de plataformas de video, sino también el reto para las marcas: diseñar narrativas capaces de conectar con audiencias jóvenes que viven inmersas en un ecosistema audiovisual constante.

A este panorama se suma lo que algunos llaman “la economía del miedo”: inflación, inseguridad, cambio climático y ansiedad como telón de fondo. “El consumidor compra con cautela, exige confianza, utilidad real y empatía”. La lealtad es frágil. Y aunque el 83% de las marcas afirma usar IA para mejorar la experiencia del cliente, “solo el 46% de los consumidores confía en aquellas que la implementan”. La brecha es evidente.

El desafío para las marcas es monumental. La IA brinda un poder sin precedentes para personalizar, optimizar y anticipar necesidades. Pero este poder se despliega en un contexto emocionalmente tenso, donde los consumidores exigen transparencia, responsabilidad social y un trato más humano que nunca.

En este cruce de caminos, la pregunta ya no es si la IA transformará el marketing, sino cómo lo hará. “¿Será una herramienta para aliviar ansiedades y fortalecer la confianza? ¿O terminará ampliando la distancia entre marcas y personas?”

El verdadero éxito, quizá, “no dependa de cuán avanzada sea la tecnología, sino de cuán éticamente y con cuánta sensibilidad humana se utilice”.


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